Llamas van y vienen, corren por la calle y cortan el transito.
Entre tanta candela, se junta la gente a mirar. Pareciera que una lluvia ha mojado todo sin limpiar. Dejando todo con olor a espanto y a estornudo.
Unos bien juntitos por allí, otros por allá. Fingen dejar a un lado el miedo; los entrenados, y los guerreros toman el miedo y lo juntan, en forma de piedra y consigna.
Mientras cientos sin rostro vengan sus llantos contra la verde policía, (que tienen también llantos, y muy poco rostro), el que preside ríe muy fuerte en su oficina.




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