martes, 15 de junio de 2010

la montaña se mueve mientras más acelerado es el paso que dirige a ella. Como en tantos retos no volviste a ver mi mirada siguiendote en esa noche en la que no compartíamos nada, y también como en tantas veces tu sonido me despertó enamorado como la primera vez.

He estado sentado frente a este retrato tuyo más de mil horas, y aun no consigo desifrar la formula que te hace ser lo que eres. De noche, consumen mis cigarros los dibujos sin final, y de deambulo en la ciudad, fantasmal y casi sin vida. No me importa los pasos que tenga que dar para que la montaña se acerque una vez más, me distrae la arena en los pies y la brisa fresca, pero no es impedimento.

La masa camina siempre hacia el mismo lugar a pagar la cuenta de la luz. Yo te consigo ver en las mañanas, en la espuma de mi café.

Veíamos la television como si las obligaciones no me atormentaran, y si es verdad que me levanto todos los dias con el propósito de ser un poco mejor que ayer, aun así, la voluntad se perturba luego del paso del sol por sobre mi cabeza. Vuelvo a encender las luces en la noche para vivir.

0:16, el dibujo no terminado me está mirando y yo no doy vuelta la cabeza para encararlo y demostrarle una convincente actitud de que lo que me propongo lo logro. No puedo.

Pero si puedo levantar la cabeza y mirar las nubes de el brumoso concepción y decir que aunque no me bañe en las mañanas y algunas veces no tome desayuno, continúo cambiandole el sonido a los animales cuando el viento pasa por mi casa.

Las verduras tienen sabor a dulces frutos, y mis zapatos no son lo que fueron y ahora nisiquiera se lo que son.

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